Te encuentras en el umbral de una experiencia única en la vida. Has llegado al majestuoso Desierto de Erg Chebbi, un rincón del mundo donde la arena dorada se extiende hasta donde alcanza la vista, y las dunas se erigen como gigantes silenciosos que susurran historias ancestrales. En este artículo, nos acompañarás descubriendo la magia del desierto de Erg Chebbi, donde exploramos su belleza y magnitud.
Una vez llegamos al campamento por la tarde, nos dimos cuenta de que habíamos ingresado en un mundo completamente diferente. Las dunas se extendían ante nosotros, y la emoción era palpable. En lugar de montar en camello, un 4×4 nos recogió en la parada donde nos había dejado nuestro vehículo. En pocos minutos ya estabamos en nuestro alojamiento, del cual hablaremos más tarde. Para nuestra sorpresa, eramos las únicas personas alojadas en todo el campamento a parte de los trabajadores. Nos acomodamos rápido en nuestra Jaifa y rápidamente salimos a explorar la zona. Optamos por caminar durante 30 minutos por las dunas, una experiencia que nos permitió conectarnos más íntimamente con la naturaleza y hacer el tonto, ya que es muy divertido caminar, correr y saltar por estos enormes montículos de arena. Aprovechamos para sacar unas cuantas fotos. El cielo estaba nublado y se aproximaba el atardecer, así que las condiciones eran las perfectas.
Decidimos no coger dromedario como el 99% de la gente ya que en muchas ocasiones estos animales son maltratados debido a prácticas abusivas, que incluye sobrecarga de peso, abuso físico y agotamiento. Es posible que haya empresas que garanticen el bienestar de estos animales, pero nos fue imposible distinguirlas. En nuestra caminata por el desierto, pasamos al lado de un grupo de dromedarios que habían llevado un grupo de turistas y nos llamó la atención el estado de la zona de las rodillas anteriores, muy machacadas con el movimiento de tumbarse para que se suba gente. Pero no solo reciben prácticas abusivas los animales, también las personas como cuento más adelante.
Después de nuestra caminata, llegamos a un punto estratégico en las dunas desde donde se podía contemplar un atardecer de ensueño. Las tonalidades del cielo cambiaron gradualmente, desde el azul claro hasta el naranja y el rojo profundo. Fue un espectáculo que nos dejó sin aliento, una muestra del poder de la naturaleza para deslumbrarnos con su belleza.
Allí en la cima de la duna conocimos a Tariq, un bereber muy agradable que se ofreció a sacarnos una foto con el móvil y que escribió nuestro nombre en la arena aparentemente sin pedir nada a cambio.
Realmente fue una experiencia inolvidable que por desgracia se seguiría de otra algo violenta.
Caminar por las dunas durante 30 minutos al atardecer suena genial. El problema es que después del atardecer cae la noche. Sabiendo lo difícil que es orientarse en el desierto, al salir de nuestra Jaifa, comenzamos a grabar el recorrido en GPS. Tras el atardecer, solo tendríamos que volver siguiendo el trayecto grabado. Por desgracia, no se grabó adecuadamente y podemos decir que nos perdimos bastante. Llegar a la zona de los campamentos era fácil, lo difícil era encontrar el nuestro.
Para empeorar las cosas, durante el trayecto de vuelta, Tariq empezó a seguirnos y ya no de forma agradable. Comenzó a ser muy intrusivo e intentaba por todos los medios que le compráramos unas piedras que vendía. Le indicamos reiteradamente que no teníamos dinero, pero no parecía importarle. No es agradable perderse en el desierto acompañado de un hombre desconocido. Finalmente, se ofreció a llevarnos a nuestro campamento y terminamos dándole algo de dinero. Nos pidió perdón, ya que nos vio muy molestos. Nos explicó que vive en una aldea a 10 km y que todos los días se hace ese camino andando para intentar obtener dinero de los turistas. Al final, no es más que una persona con pocos recursos intentando conseguir algo de dinero.
Con esta experiencia confirmamos que en Marruecos, es rarísimo que en una zona turística alguien sea amable contigo sin querer nada a cambio.
Nuestra experiencia en Erg Chebbi no solo involucraba los sentidos visuales, sino también los auditivos. Por la noche, tuvimos la suerte de escuchar música Gnawa en directo, una tradición musical marroquí profundamente arraigada en la cultura local. Dado que eramos las únicas personas en nuestro campamento, tras la cena un coche nos llevó a otro campamento cercano dónde había más gente. Allí al rededor de una hoguera, el ritmo hipnótico de los tambores y los sonidos místicos nos transportaron a un mundo de misterio y tradición, haciendo que nuestra noche en el desierto fuera aún más memorable.
Escucha cómo suena aquí:
En lugar de alojarnos en un hotel convencional, elegimos una experiencia más auténtica: dormir en una jaima, una tienda tradicional bereber. El suave sonido del viento y el cielo estrellado sobre nuestras cabezas hicieron que esta fuera una noche verdaderamente especial. Las jaimas son cómodas y acogedoras, lo que nos permitió disfrutar de una noche de descanso reparador en medio del desierto.
Tener el campamento entero para nosotros ha sido un auténtico lujo. Nuestra Jaima era enorme, con baño privado. El problema es que cuando fuimos a dormir, hacía un frío horrible y no encontramos el mando del aire acondicionado. Por suerte dentro de la cama se estaba muy calentito.
Durante la cena nos dejaron entrar en la cocina y conocer al personal, observando como se hacen los platos tradicionales. Como dato decir que la bebida no estaba incluida, pero fue muy barata.
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Despertarnos temprano valió la pena cuando presenciamos el amanecer desde otra de las impresionantes dunas. El cielo se tiñó de colores suaves y el sol apareció en el horizonte, bañando las dunas con una luz dorada. Fue una experiencia espiritual que nos recordó la grandeza de la naturaleza y la importancia de estar en sintonía con ella.
La estancia descubriendo la magia del desierto de Erg Chebbi ha sido muy buena en cómputo general. No deja de ser una atracción muy turística y muy enfocada a ello. La gente llevando la ropa tradicional y la música Gnawa no deja de ser un show y se nota que no estás viendo algo auténtico. No obstante, la magnitud del desierto es algo impresionante y es con lo que nos hemos quedado. Desde luego es una actividad muy recomendada.