En el corazón de América, la Ruta 66 se extiende como una cinta de asfalto que conecta los dos extremos del país: desde Chicago hasta Los Ángeles. Este icónico viaje por carretera ofrece una experiencia única, sumergiéndote en la historia y la cultura de Estados Unidos. Mi aventura comenzó en la bulliciosa ciudad de Chicago, donde los rascacielos se alzaban imponentes, marcando el punto de partida de una travesía llena de descubrimientos.
La Ruta 66, también conocida como la «Carretera Madre», nos llevó a través de paisajes cambiantes, desde las vastas llanuras de Illinois hasta los desiertos pintorescos de Arizona. En cada pueblo y ciudad a lo largo del camino, encontramos rastros de la nostalgia de la época dorada de los viajes por carretera, con moteles retro, letreros brillantes y diners que sirven auténtica comida americana.
A medida que avanzábamos hacia el oeste, llegamos a Santa Mónica, el extremo occidental de la Ruta 66, donde el Océano Pacífico se extendía ante nosotros como un testigo silencioso de nuestro viaje. Pero nuestro periplo no había terminado. Después de disfrutar de la brisa del océano, decidimos continuar nuestra odisea hacia el norte, explorando la majestuosidad de la costa oeste.